Prologo: El 23 de febrero de 1991 se produjo en mi país un intento
de golpe de estado que aun hoy no está claro quién estaba detrás de el… y lo
que es peor, no se sabe si medio triunfo ni hasta qué punto modifico el final
de la transición a la Democracia. Yo lo viví.
LA NANA DE 23 F.
Intentó llamarles por
teléfono. Para ello bajó a la calle cuando aún era, apenas, la hora de cenar.
En su Valencia los tanques
que los americanos habían regalado a Franco corrían por las calles a las
ordenes de un tal Milans exhibiendo su caparazón acerado de fiera antediluviana
con vocación liberticida.
El no quería llamar por
teléfono desde la casa en la que se hospedaba porque allí los dueños estaban
exultantes brindando ya al grito de ¡ya era hora! ¡se van a enterar…!
Necesitaba hablar y
tranquilizar a su mujer e hija, que estaban a no muchos kilómetros, en
Alicante. Y él, pese a ir abrigado y medio embozado sentía un frío y
una soledad que nada tenía que ver con el termómetro aquella noche del 23 de
febrero.
Cuando al fin marcó el
teléfono sonó un tono que no reconoció, y alguien descolgó. La ilusión de
hablar con los suyos le duró décimas de segundo.
--Gobierno militar le
advierte que ha sido declarado el estado de excepción en esta Región Militar y
usted lo está violando…”
Colgó asustado. Dudó,
quería hacer algo, no sabía que, donde, ni con quien así descorazonado inició
el regresó a su habitación, a esa casa que no era la suya, llena de gentes que
tampoco eran de los suyos.
La calle permanecía
desierta y hasta el rojo de los semáforos había desaparecido substituido por
amarillos intermitentes. Fue entonces cuando los escuchó y vio llegar.
El coche avanzaba por la
avenida a bastante velocidad y en él cuatro niñatos asomados peligrosamente
fuera de las ventanillas daban sus gritos macabros. ¡Viva España, arriba
España! mientras flameaban banderas preconstitucionales al viento. Se le
helaron los tuétanos.
Se protegió en un portal
oscuro y los dejó pasar mientras se preguntaba ¿Qué España?¡descerebrados!
Al fin, encerrado en su
dormitorio, esperando insomne a un Rey que parecía no controlar la catástrofe,
siguió discretamente con sus auriculares una radio “leal” a la Constitución.
Su país estaba en el fiel
¿de qué lado caería…?
Para combatir la angustia
tomó un bolígrafo y se acordó de su hija de un año, una españolita que no se
merecía un país que parecía regresar a la edad de plomo.
Y en una cuartilla, que aún
guarda, hoy ya amarillenta, escribió.
Y mira por donde, le salió
una nana.
Esa nana que aun hoy se la
tararea a veces a su hija suena más o menos así, pues tengo dudas porque solo
se la canta bajito, muy, muy bajito:
Duerme
María, aunque vuelvan
con
banderas victoriosas,
cara
al sol (1) que los calienta,
con
sus botas y tricornios
con
sus armas y correas.
Duérmete
ya, que te guardo
futuros
de vino y rosas
primaveras
perfumadas,
claras
cual el agua fresca…
© TO+
(1) Cara
al sol. Título del himno fascista de la Falange Española y de las JONS.